jueves, octubre 11, 2007

Historias de Canadá

Habitaba la calle 4, de aislados, y vivía arriba de la jaula, esto es a la entrada de la calle arriba de una reja. Ahí poníamos unas colchonetas y dormíamos el huaso, el basura, el enano, el jesús y yo.

Ese día alrededor de las 23 horas escuché que había una discusión entre los internos de dos piezas, luego llegaron los gendarmes y dijeron que pararan la wea...todos se calmaron.
Después de unos minutos, llegaron varios internos encapuchados con cocinillas encendidas y sables de más o menos 2 metros. Comenzaron a gritar que los internos que venían de la galería doce se tenían que ir y uno de los encapuchados comenzó a tirar cortes para el interior de la pieza 35. Un interno que estaba dentro se tiró contra un encapuchado de los que tenían sable a fin de salir de la pieza...lo hirieron. Después de esto tiraron las cocinillas para adentro.
El fuego avanzó rápido ya que eran cocinillas a parafina y además que en las piezas siempre hay parafina en botellas, lo que facilitó la propagación del fuego.
Al ver el fuego me desesperé, ya que estaba como a 3 metros del suelo y las llamas eran grandes. Yo no tenía como bajar ni tampoco como llamar a los gendarmes, pero el huaso empezó a golpear las latas a fin de avisarles.
Los encapuchados seguían tirando cocinillas; una me llegó y se me prendió el brazo, quise arrancar, pero las colchonetas que estaba pisando también se empezaron a prender. No podía ver nada y en mi desesperación por escapar, salté para la pieza 37, pero ahí también habían colchonetas encendidas, sólo me di cuenta de eso cuando iba cayendo. Estas colchonetas se adhirieron a mis piernas y no pude caminar, pero me arrastré con una mano y cuando vi que la calle estaba toda en llamas, perdí la conciencia.
Según me contaron, después entraron los funcionarios a la calle, pero los primeros auxilios me los dieron los mismos internos, de ahí me trasladaron a la Posta Central, donde desperté 3 días después.
Estuve alrededor de dos meses hospitalizado en la Posta Central. Me efectuaron diversos injertos, pero de todos modos quedé con los tendones de mis piernas recogidos al punto de que quedé en silla de ruedas imposibilitado de caminar y con la mano izquierda tambíen inutilizada.
En la actualidad ni siquiera tengo silla de ruedas para poder movilizarme y depender de mi, ya que incluso para ir al baño me tienen que ayudar.